Sergio Mederos poeta matancero de estilo refinado y puritanismo linguistico

Remontándonos a una época más reciente, donde se denote el valor artísticomatancero como centro cultural, no puede darse por sentada la exaltación de una específica rama de un arte en particular, como lo es la poesía en la literatura, sin dejar de desapercibirse y relegar a un secundario plano a los versos octasílabos que han contado siempre, pero antes mucho más, con una popularidad impresionante.

Aunque fue un género predominante en las zonas rurales del campo cubano, sus seguidores mostrarían a lo largo del tiempo una incomparable devoción, no antes experimentada con otros versículos de la modernidad.

Aunque para la sorpresa general de muchos, quienes falsamente, pudiésen asumir que la décima es una exclusividad del campesinado cubano, esto no es y valga la redundancia, verdadero. Quizás más sorprendente aún, no es que la décima tuviése un origen peninsular, como se pudiése sospechar, sino más bien que según los datos más importantes que se han recopilado hasta el presente, los cuales señalan que la décima, con su forma de espinela, y su consiguiente lógica construcción, es un tipo de poema que tiene raíces tan lejanas como desde el siglo VI de nuestra era y se han recobrado documentos que datan del siglo XI y XII, donde muchos poetas, en este caso de descendencia hispano-musulmana, e ibero judía, de los cuales se ha podido comprobar que hacían uso de la singular composición que encapitulaba a este tipo de poesía, con su manera precisa e improvisante.

Pero, no retrasemos el reloj por la vertiente más caduca de nuestra historia. Si nos acercamos un poco más a la época actual, aunque han pasado unos cuantos siglos, o mejor dicho, a la época dorada de Matanzas, apreciamos que ya en el siglo XVI y XVII figuras renombradísimas como lo fueron Lope de Vega, Calderón de la Barca, entre tantos otros, hacían alago a la estructuración
poética del octasílabo.

Todos quizás recuerdan con memorial rapidez la estrofa que dice:

la-vida-es-sueno

“¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión
Una sombra, una ficción
Que el mayor bien es pequeño
Que en la vida todo es sueño
Y los sueños sueños son.”

Y es sobre este tópico decimal y sus protectivos oradores, del cual quisiera, no solo en este post, sino en cualquier otro, ampliar y compartir el tema sobre el origen, su importación cultural, y sobre los poetas matanceros que lo llevaron a cada rincón del país. La envergadura socio económica de la décima tiene igual importancia pero prefiero excluirlo esta vez.
Uno de estos poetas, que considero que no ha sido, y esto sucede muchas veces, reconocido suficientemente, no solo a nivel nacional sino mundial por su merecida trayectoria en este campo artístico, es Sergio Mederos.

Esto no es un tributo póstumo ni nada por el estilo, aunque quiero recalcar que sí se lo merece. Aunque se pudiése considerar como un humilde homenaje, pero más bien, quiero detallar de la mejor recolectiva manera posible, algunas de sus poesías y cortas anécdotas. Y más importante aún, lo que fue para muchos: un amigo.

Según se cuenta, Sergio Mederos era un asiduo educando de la semántica, de la cual extraía lo más sobresaliente que complimentara su autodidacta profesión. Acudía al periódico y fiel repaso de la misma en cada ocasión libre que el tiempo le permitiése. En más de una ocasión le comunicó a uno de mis parientes, por quien he logrado enterarme de algunas facetas de su vida, que era en estos estudios de esta ciencia, por la cual se basaba muchas veces para componer sus estrofas. No es necesario subrayar que Mederos era un improvisador nato, con inigualables dones repentistas. Cuando muchos de sus colegas de trabajo intentaban, junto al habitual ritmo del trés y la guitarra, de entablar un contrapunteo en la acostumbrada reunión que asistirían regularmente los domingos, les resultaba un reto llevarlo a la práctica, no solo por cuestiones laborales, sino también personales, ya que muchos de sus colegas reconocían la erudicción de este y su posición, establecida ya, como uno de los más importantes poetas de la época.
No creo que estos temían, porque muchos de ellos eran tan brillantes como Mederos, pero respetaban considerablemente sus décimas porque las mismas podrían demoler más de un ego, así sea este de un medio average o super elevado nivel que padeciésen en el preámbulo del toque campesino. Un pariente relata haberle entregado un pequeño escrito, donde se encontraba plasmado el breve verso del jardinero. (Quiero aclarar que aunque el poema muchas veces aparece con la palabra “flor” en vez de “planta”, es la última de estas, la cual aparecía en el papel).

“Un jardinero de amor
siembra una planta y se va
otro la cultiva y riega
¿De cuál de los dos será?”

Mi pariente le pregunta a Mederos si mediante un pié forzado podría componer unas estrofas. Mientras tanto Mederos, leyendo el papel, con un análisis breve sobre el poema y sin responderle, con su acostumbrado repentismo dice:

Andando por los oscuros
vericuetos de la vida
y sufriendo la embestida
de los descalabros duros.
Entre los musgosos muros
de la cárcel del dolor
sin algo consolador
que le alivie el sufrimiento
lanza sus quejas al viento
un jardinero de amor.

Un jardinero de amor
hasta de los troncos muertos
forma distintos injertos
y hace germinar la flor.
Más cuando un pecho traidor
en mentiras se le da
y su pensamiento está
como en un clima de luto
sin interesarle el fruto
siembra una planta y se va.

Siembra una planta y se va
sin pensar en la cosecha
porque sabe que una flecha
al fin lo sorprenderá.
Nadie un consejo le dá,
el mundo la luz le niega,
más el amor en la vega
la planta que este sembró
y más tarde abandonó;
otro la cultiva y riega.

Otro la cultiva y riega
al hallarla abandonada
y crece y es matizada
por la estación veraniega.
El que la regó le niega
al que la sembró el maná
y aquí la pregunta está
si el primero la sembró
y el otro la cultivó
¿De cuál de los dos será?